miércoles, 25 de mayo de 2016

Al Bajo Guadalquivir le gusta el medievo... La Catapulta.

Cuando decidí impartir clases al grupo de Formación Profesional Básica de Carpintería, lo primero en lo que pensé fue cómo lograr captar su interés.

Los alumnos de la Formación Profesional Básica son alumnos con un perfil muy concreto caracterizado por no tener una gran actitud ni aptitud por el estudio y el trabajo, especialmente si éste se produce en un aula.

Carpintería... e Historia, aunque también Literatura y Lengua... ¿Cómo implicarlos en algo distinto? ¿Cómo lograr su interés? si no a todos, al menos a uno o dos, tres... Ahora, cuando se están dando los pasos finales en su construcción... parece que el objetivo ha sido cumplido. Y la catapulta pasará a ser, en un breve periodo de tiempo, parte del patrimonio del Instituto.

De todas las modalidades de artefactos construidos básicamente de madera a lo largo de la Historia, necesitaba encontrar uno que suscitara el interés del alumnado del grupo.

Imaginé produciendo el tornillo de Arquímedes. Un ingenioso invento del no menos genial siracusano, que unía la ciencia con el diseño y la utilidad, muchos de los alumnos son hijos de agricultores que se ven obligados a regar sus campos. Parecía ingenioso,  sin embargo sus partes curvas me resultaron complicadas y... había algo que no terminaba de convencerme. ¿Qué otra cosa de madera se podía hacer que fuera más fácil y rápido de hacer? ¿Qué artefacto se podía hacer a base de cortes limpios y encaje de piezas? Después de todo los alumnos del grupo iban a empezar a hacer cosas de madera, su desconocimiento del oficio era completo.

Un Onagro de trayectoria recta.

Una catapulta.

Lo consulté con Salvatore, nuestro "guerrero medieval", también con otro Salvador, compañero de Instituto y profesor de Dibujo... y salió.

Me vi y estudié lo que me mandaron sobre el tema y que estaban en diversos sitios de internet, me puse a investigar sobre los diversos artefactos lanzaproyectiles y de todos ellos, decidí que el que mejor se podía hacer por nuestros alumnos de Formación Profesional Básica de Carpintería era un Onagro de Trayectoria recta.

Un sistema de torsión simple, a mitad de camino del simple sistema de contrapesos como podía ser un trebuchet y el bastante más complicado como era la Ballista Romana.

Un Onagro

Onagro
Onagro, de la web imperioromano.com


Un trebuchet


Una ballista de doble torsión



Y así, tras encontrar en un sitio web un plano sobre el que se podía trabajar, lo propuse a la Jefatura de Estudios. ¡Y mi plan fue aceptado!

Ahora tenía que llevarse a cabo.

Y para ello era de vital importancia que el profesor de Carpintería estuviese por la labor de aceptar el proyecto con todo lo que suponía para él. Puesto que tenía que encargarse de hacer los cálculos necesarios sobre las medidas del artefacto a realizar así como la madera necesaria para ello. Eso sin contar con otros materiales que serían necesarios, como cuerdas, telas... trinquete... y encima que pudiera implicar a uno o varios alumnos en su realización pues estaba claro que esto tenía que ser una obra también de los alumnos y éstos, en un principio, carecían de conocimientos para realizar algo así.

Rafael, el profesor de Carpintería, lo logró. Hizo las mediciones, de acuerdo con el plano y fotos de la catapulta de torsión u onagro, hizo el presupuesto de la madera necesaria, para lo cual contamos con parte del presupuesto del Departamento de Geografía e Historia, cuyo Jefe, Antonio Vargas, estaba también plenamente de acuerdo con la realización de este artefacto, y de acuerdo con el resto del Departamento de Geografía e Historia y teniendo en cuenta el dinero disponible que había en ese momento, autorizó la financiación necesaria para la madera.

Y encontramos a un alumno adelantado, un alumnos que sentía en sus venas auténtica pasión por la carpintería y que tras acabar con los proyectos de aprendizaje del curso, ha sido, es en estos momentos, el auténtico "Maestro de Carpintería de Guerra", su nombre: José Doña. Lo conoceréis en las fotos ya que es el que mas aparece en ellas, prueba evidente de su protagonismo en la construcción de la catapulta.

El resto de alumnos han ido, poco a poco, observando y colaborando en su construcción pero sin implicarse como José Doña porque mientras se construía, tenían que terminar sus proyectos de carpintería.


Continuará...




martes, 10 de mayo de 2016

Branle de Lavandiéres

Siguiendo con la labor de recuperación del patrimonio histórico-educativo del IES Bajo Guadalquivir, que desde este grupo de trabajo se está llevando a cabo, tenemos la suerte de contar en esta ocasión con un documento único, que la mayoría desconocíamos y que debemos a la generosidad de nuestra compañera Rosana Meneses.

El vídeo, en el que aparecen alumnos de 2º de ESO-B, del curso 15/16, representa un ejemplo impagable del trabajo de una profesora comprometida, que busca alternativas para motivar y educar a sus alumnos. Que fue capaz de llevar a cabo actividades como esta que os mostramos y que todos los que nos dedicamos a la enseñanza, sabemos lo difícil que en la mayoría de las ocasiones es llevarlas a cabo, máxime en las circunstancias que en ese momento se estaban dando en nuestro instituto.
Rosana, dejó una profunda huella en nuestro centro, por su compromiso, por su valentía, por la relación con sus alumnos y por su actitud como compañera, brindándonos además, a algunos,  su amistad.
Por todo lo anterior, los miembros de este grupo de trabajo, no tenemos por menos que mostrar nuestro profundo agradecimiento, por su generosidad al cedernos el vídeo y las palabras con las que ha tenido la deferencia de acompañarlo, así como por los años que pasó con nosotros. A este agradecimiento se suma también el actual equipo directivo del IES Bajo Guadalquivir, la mayoría de cuyos miembros nos honramos con su amistad.

"Son muchas las cosas que me vinculan a Lebrija. Cuatro maravillosos años de mi vida donde hice grandes amigos, tuve magníficos compañeros de trabajo de los que aprendí mucho y sobre todo tuve el lujo de ser profesora de música de un alumnado excepcional. Alumnado que, aunque las comparaciones nunca fueron buenas, no olvido cada primero de curso cuando empiezo a conocer nuevos chicos y chicas a los que daré clases.
Este vídeo, redescubierto en estos días tan extraños de confinamiento, fue grabado en "tiempos raros" que muchos de nosotros vivimos en el IES Bajo Guadalquivir, y en donde hacer actividades fuera del aula era un auténtico desafío. Sin embargo, siempre hay maneras de realizar acciones "especiales" dentro del aula y que se salen de la norma de las consabidas lecciones. Y esta fue una de ellas.
Surgió de una canción para flauta que estábamos dando en clase. En concreto se trataba de una danza renacentista, y como tal podíamos ir más allá de la mera interpretación instrumental y pasar al movimiento. Y fue realmente, cuando el proceso de enseñanza-aprendizaje tomó sentido implicándose todo el grupo clase, tocando, bailando y explicando dicha danza, su origen, significado, etc. Tenía que dejar constancia de esta maravillosa sinergia.
Todo esto ha supuesto que hoy, cuatro años mal contados después, podamos ver en  estos "pequeños" alumnos, que ya están finalizando 2º de Bachillerato o algún grado formativo, su inocencia e ilusión en el proyecto y elaboración de esta puesta en escena.
Sólo espero al compartir este vídeo, que recordéis el momento con tanto cariño como yo lo recuerdo. Un fuerte abrazo, siempre estáis en mi corazón y en mi pensamiento, alumnos del IES Bajo Guadalquivir de Lebrija.